sábado, 31 de octubre de 2015

Jornada 32: Embalse de Almaraz 31-10-2015

Lugar: Almaraz

Fecha: 31 de Octubre del 2015

Miembros: Alfonso, Eugenio y Pepe

Descripción:

Para esta nueva aventura estábamos disponibles Pepe, Uje y yo puesto que el resto del equipo tenía otros planes. Además, nos acompañó mi hermano Adry, así que seríamos cuatro los valientes que decidiéramos probar suerte en el embalse de Arrocampo, ya que el pronóstico del tiempo era bastante desalentador.

Después de la habitual parada de avituallamiento, llegamos al embalse cuando empezaba a amanecer. Pepe fue el primero en prepararse y, debido al ansia, salió unos segundos antes que el resto hacia el punto de partida.

Cuando llegamos a la primera postura, donde estaba Pepe, nos quedamos asombrados. ¡Ya estaba desanzuelando el primero! Foto y al agua.



En ese mismo lugar, probé suerte yo. Primer lance y ¡zas! Otro black bass dispuesto a salir en nuestro blog. Pintaba muy bien la cosa.



Uje y Adry decidieron adelantarse hasta un puesto más adelante. Cuando nosotros dos llegamos a ese lugar, comprobamos que la cosa seguía igual. Uje se estrenó, Pepe sacó otro y a mi hermano se le escaparon dos y sacó otro. ¡Madre mía, que día nos vamos a pegar!, pensábamos.



Fuimos probando suerte en diferentes zonas, obteniendo picadas muy regulares, haciendo frecuentemente dobletes y hasta algún triplete. Los peces que estaban saliendo eran todos de talla y se los veía sanos y fuertes. Nos estábamos divirtiendo, sobre todo mi hermano que no había tenido nunca un día así. Además, los “señores del tiempo” habían errado, ni llovía ni hacía viento: un día ideal.



Pero después de un par de horas magníficas, los peces decidieron que ya nos habían hecho disfrutar suficiente y desaparecieron. Ni rastro de los diablillos verdes. Para conseguir una picada había que trabajar mucho, pero que nos quiten lo “bailao”.



Las fuerzas se nos iban gastando y decidimos darnos la vuelta, probar un poco en alguna zona camino al coche, comer y volver para Madrid. Mi hermano estaba hecho polvo y fue directo al coche para cambiarse y descansar.

Nosotros tres decidimos probar suerte un poco más, y… ¡menos mal! Estuvimos como una hora u hora y media en este lugar y, a pesar de que empezó a llover, disfrutamos como enanos. Era lanzar y clavar peces de entre 800 g y 1200 g.




Daba igual qué señuelo cayera el agua, lo cogían sin pensarlo y batallaban duramente.

Cuando las picadas se fueron alargando en el tiempo, decidimos poner punto final a un gran día de pesca, de los que quedan en el recuerdo. Una vez que recogimos todo y “llenamos el buche”, pusimos rumbo a casa deseando volver a disfrutar de un día como éste.

¡Hasta la próxima!

Alfonso

Vídeo de la jornada:

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