martes, 11 de diciembre de 2018

Jornada 25: Embalse de Orellana 08-12-2018

Lugar: Orellana

Fecha: 08 de Diciembre del 2018

Miembros: Alejandro, Alex, Borja, Juanmi y Pepe

Descripción:


Aquí estamos de nuevo después de una buena temporada sin mojar los señuelos. Ya teníamos oxidados los carretes, pero siempre hay un retorno para nuestro deporte favorito.

Los valientes de la semana seríamos Alejandro, Borja, Juanmi, Pepe y yo mismo y nos decantamos nada más y nada menos que por nuestro querido embalse de Orellana. Esta vez iríamos a una zona que hacía mucho tiempo que no visitábamos, ya veríamos qué tal se nos daría.

Madrugón y carretera para enfilar nuestro destino desde las 4 de la mañana. Después de nuestras correspondientes paraditas para tomar algún que otro cafelito y copita, llegamos a nuestro sitio en torno a las 8:30 de la mañana.

El día resultaba esperanzador en cuanto a climatología se refería, ya que no soplaba nada el viento y no hacía frío para la época en la que estabámos.




Borja y Juanmi comenzaron la andadura mientras nosotros lo haríamos pasados unos minutos, cuando finalizamos de montar la barca.

Ya llevaban recorridos bastantes metros cuando nosotros comenzamos, pero no tardó ni dos lances en hacer acto de presencia el primer pez. Noté resistencia al otro lado del sedal y pudimos visualizar como un luciete pequeño venía clavado de mi señuelo, pero al acercarse a la barca y con una buena cabezada, logró zafarse de él.

Parecía que la jornada pintaba bien, pero nada más lejos de la realidad, ya que esa fue la única noticia que tuvimos de los peces durante toda la mañana hasta que nos comimos el bocadillo. Ni una picada, ni desde la barca ni nuestros compis de orilla.



Fue entrando en una recula cuando de nuevo un lucio atacó mi señuelo. Esta vez si, conseguí quitarme el bolo, aunque no muy satisfecho por las dimensiones de nuestro amigo.


 
Con esto, ya decidimos darnos la vuelta y dirigirnos al coche para ir recogiendo, pero en el trayecto de vuelta, Pepe hizo lo propio con otro lapicerín semejante al mio, rondando los 500 g.



Después de esto, si que no volvimos a tener noticias de los lucios, aunque al menos pudimos ver algunos ya que según nuestras informaciones, estaban duros, y así pudimos comprobarlo.

Pepe y yo conseguimos salvar el bolo, pero el resto de los compis no pudo conseguirlo, aunque ya se sabe que la pesca no da más que sorpresas y cualquier otro día puede sonar la flauta.

Una vez todo estaba recogido, nos pusimos rumbo a Madrid, donde nos esperaban las cervecitas frescas y donde pudimos juntarnos con Alfonso para contarle todas las anécdotas del día.



Un abrazo.

Alex

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