miércoles, 30 de julio de 2014

Jornada 19: Embalse de Orellana 26-07-2014

Lugar: Orellana

Fecha: 26 de Julio del 2014

Miembros: Alejandro, Alex, Eugenio, Juanmi y Pepe

Descripción:

Bueno, aquí estamos en las jornadas que iban a ser las últimas (en un principio) antes del parón vacacional de Agosto. Alejandro, Eugenio, Juanmi, Pepe y yo decidimos pasar el fin de semana en el querido embalse de Orellana, para despedir la primera parte del año, como debe ser, jejeje.

Después de hacer un recuento de todo lo necesario, nos pusimos rumbo al embalse el viernes por la tarde, para no pegarnos el madrugón y descansar un poquito más, aunque la cruda realidad no fue así…

Mientras Alejandro, Eugenio, Pepe y yo partimos desde Madrid, mi hermano hizo lo propio pero desde Córdoba, así que a eso de las 21:00 horas ya estábamos todos reunidos.

Pasamos la noche con un frío invernal, que poco podía envidiar a una noche en pleno otoño, pero al fin amaneció el sábado. El mono que teníamos todos por tentar a los lucietes era más que considerable así que todos empezamos a montar los bártulos lo antes posible. Alejandro, montando sus artilugios para probar suerte desde la orilla, Juanmi se dedicaría a tentarlos desde su catamarán, estrenando su motor eléctrico, recién adquirido, Uje, por su parte, lo intentaría desde su pato, y con aletas nuevas, mientras que Pepe y yo les daríamos caña desde la barca.

Una vez todos preparados y después de tomarnos nuestro cafecito calentito gracias a los inventos de Uje, empezamos la jornada.

Tardaron un poco en dar la cara, pero mi hermanito fue el primero en catarlos, primero con una picada que no logró materializar pero, poco después, con un luciete de aproximadamente medio kilo, que bien nos sentó a todos para seguir con esa esperanza puesta en este fin de semana.



Al poco tiempo de esto fui yo el que, ésta vez sí, uno más gordete hizo que me quitara el bolo al que en este embalse estamos tan poco acostumbrados. Un bonito pez de 3.43 kg asomó a la superficie, rindiéndose finalmente tras unos cuantos minutos de pelea.



Mientras seguíamos intentando hacernos con algún ejemplar más, el calor apretaba bastante, y podíamos llegar a los 35º sin ningún problema.

Eugenio, seguidamente, volvió a lucir otro bonito ejemplar desde su pato, acercándose a nosotros para tomarle las medidas correspondientes y soltarlo para que pudiera volver a su hábitat. Su peso fue de 1.63 kg.



Yo volvi a tener la suerte de encontrar resistencia en el puntal de mi caña, logrando sacar otro lucio que pasaba por poco el kilo de peso.



Con esto, Pepe no había conseguido aún notar ningún pez en el otro extremo de su caña, aunque por lo menos sabía que posibilidades podría tener.

Nos poníamos en las 13:30 y el calor empezaba a hacerse insoportable, así que decidimos realizar un parón para comer y charlar sobre la mañana. Mientras llegábamos al punto de partida, Alejandro nos comentaba que tampoco había tenido suerte, y que no había sentido ninguna picada tampoco desde la orilla.

Después de la comilona y dado que el calor, por el momento, se hacía insoportable, Pepe decidió echarse una cabezadita, y nosotros cuatro nos pusimos a echar unas partiditas a los dados, jejeje.

Eran las 17:30 aproximadamente cuando volvimos manos a la obra y pusimos rumbo nuevamente hacia las zonas fructíferas, en el caso de Pepe y mío con un nuevo inquilino, Alejandro, que decidió subirse con nosotros a la barca ya que desde orilla la suerte no le estaba acompañando, ¿la tendría ahora? ¿conseguiría romper el maleficio que estaba teniendo en las últimas semanas?

Juanmi y Uje decidieron tentar a los basses a ver si tenían suerte a lo largo de la tarde, y nosotros tres seguimos dando caña a los lucios.

De nuevo fui yo el que volvió a demostrar que lo que son lucios, alguno había activo, con un nuevo ejemplar de 770 g, que después de su fotillo, fue devuelto al agua sin daño alguno.



Pasaba el tiempo, Pepe y mi padre, no tenían señales de los peces, Eugenio y mi hermano tampoco, pero yo volví a catarlos, esta vez con otro pequeño lucio que no llegamos a fotografiar, debido a que durante la pelea se hizo bastante daño, así que nada más cogerlo, al agua, tal como haría todo buen pescador.

Seguíamos avanzando y el calor, poco a poco iba remitiendo, aunque la sensación de agobio seguía siendo muy molesta. La temperatura del agua, según la sonda, rondaba los 29º, lo que hacía que los peces estuvieran bastante menos activos que en otras ocasiones.

Ahora sí, Alejandro tuvo su gran oportunidad de romper con su maldita racha, y no la desaprovechó, ya que detrás de una bonita picada y una buena pelea, un lucio de 2.07 kg logró acabar en sus manos. No estaban siendo peces exageradamente grandes, pero nos hacían divertirnos bastante.



Pero esto no fue todo, ya que más o menos por la misma zona no llegó a pasar ni media hora cuando volvió a tener otra picada de otro exócido, esta vez algo más pequeño, de 710 g pero que supo a gloria después de todo este tiempo. ¡Enhorabuena!



En estos momentos, Pepe se estaba preguntando cuál sería su error, o qué estaría haciendo mal para no lograr ninguna picada. ¿O simplemente hoy no era su día?

Eugenio y Juanmi seguían sin tener noticias de los basses, llegando a deducir que el agua estaba a una temperatura demasiado elevada para la actividad de los centráquidos, aunque seguirían intentándolo hasta el final.

El día estaba llegando a su fin, se tornaban las 20:30 – 21:00 de la tarde y el sol empezaba a desaparecer, pero yo no estaba satisfecho, yo quería más, y así fue, otro lucio de aproximadamente 1.5 kg, al cual no pudimos tampoco fotografiar, logré conseguir antes de poner rumbo al punto de partida.

Merece la pena mencionar la preciada oportunidad que tuvo Juanmi mientras volvíamos, ya que un bass de sobradamente un kilo, que le entró al curricán, se le fue antes de poder siquiera reaccionar, aunque todos pudimos verlo haciéndole la torre.

Después de esto, ahora sí, a cenar y descansar un poco antes de afrontar la jornada siguiente, ¿qué tal se nos daría?

Alex  

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