lunes, 25 de marzo de 2019

Jornada 8: Embalse de Orellana y Embalse de El Atazar 23-03-2019

Lugar: Orellana y El Atazar

Fecha: 23 de Marzo del 2019

Miembros: Eugenio y Javi (Orellana), Alejandro, Alex y Alfonso (El Atazar)


Descripción (Orellana):

Buenos días, en esta ocasión decidimos salir de pesca Uge, mi sobrino Adrián y yo. Nos fuimos a Orellana a probar suerte y a enseñar a mi sobrino un poco, ya que era su primer día.

El día comenzó bien ya que nada más empezar, mi sobrino vio y ayudó a su tío a sacar un luciete de casi 2 kg.



Al poco tiempo, Uge se quitó también el bolete con otro lucio de poco más de 2 kg.



La mañana parecía que iba a ir bien, pero apareció un gran enemigo nuestro: el viento, el cual nos acompañó durante el resto de la jornada, no cesaba y no dejaba navegar.

Ya rozando la tarde y el final de la jornada, otro lucio (esta vez un pelín más grande: 2.5 kg) dio la cara.

Nos fuimos hacia donde teníamos el coche y al lado del mismo fue Uge, quien no había tirado la toalla, el que clavó otro lucio de también 2.5 kg.



A mi sobrino se le podía apreciar una sonrisa de lado a lado, no se quería ir a casa y mientras recogíamos se le veía como miraba el agua con ganas de volver...

Javi

Descripción (El Atazar):

Nos disponíamos a emprender una nueva aventura en busca de nuestros queridos "enemigos", esta vez Alex, Alejandro y yo. El destino acordado, después de valorar distintas opciones y casi eligiéndolo con una moneda al aire, El Atazar.



El día amaneció temprano, aunque no tanto como habitualmente, pues los kilómetros a recorrer eran menos que de costumbre. De este modo, nos plantamos en el bar para desayunar casi sin darnos cuenta.

Después de entrar en calor con el café, casi hirviendo, y de elegir la zona concreta a tantear, nos dirigimos a ella. Aquí lo de siempre: montar las cañas, elegir el señuelo inicial y caminata hasta la orilla.



Al llegar a la zona en cuestión nos sorprendió encontrarnos con varios pescadores. Sorpresa que iría en aumento proporcionalmente al número de pescadores que iríamos viendo a lo largo de la jornada. Esperábamos estar mucho más solos.



Lance tras lance, señuelo tras señuelo, las horas iban pasando y los peces no daban la cara. Solamente algún barbo patrullando las orillas con su elegante movimiento.



Lo intentamos en zonas de cortados, de rocas y árboles sumergidos, de playas, con todo tipo de señuelos y nada, los peces estaban mucho más a gusto en las profundidades.



Así pues, entendiendo que el agua aún estaba demasiado fría para resultar fructífero nuestro intento, decidimos poner rumbo a casa comentando que aún siendo un embalse muy difícil, esa zona nos dará peces en un futuro no muy lejano.



Un saludo y hasta la próxima.

Alfonso

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